José Vasconcelos.
Apóstol de la educación
Federico Lazarín Miranda
Introducción
El periodo 1920-1940, de
“reconstrucción económica”
en México, vio pasar a seis
presidentes de la República,1
quienes se distinguieron por
dedicar la mayor parte del
gasto público a la
administración. Para el efecto tomaron
como eje del crecimiento
económico el modelo exportador
de materias primas agrícolas
(alimentos de clima templado
y tropical básicamente) e
industriales (petróleo, metales
preciosos e industriales), y
pecuarios. Ello era una tarea
urgente pues al terminar la lucha
armada algunos sectores de
la economía estaban en franca
decadencia o incluso en paro
total. Sólo se salvaron de esta
situación algunas manufacturas
(las textiles y del zapato por
ejemplo) y la producción
petrolera, pero la agricultura
estaba muy lastimada.
En el año de 1920 tras el
derrocamiento de Venustiano
Carranza, tomó la presidencia,
con carácter de interino,
Adolfo de la Huerta quién logró
“restablecer la paz interna y
aún más, establecer condiciones
que mejoraban la situación
que privó durante la
administración carrancista”.2 De la
Huerta tuvo como tarea, entre
otras, preparar las elecciones
presidenciales para dar un
presidente constitucional
a México. En ese mismo año,
Álvaro Obregón ganó las
elecciones.
Obregón ganó con el 95.78% de los
votos dejando en
segundo lugar a Robles Domínguez,
quien sólo recibió el
4.01% de los votos.3 Así las
cosas, el denominado Grupo
Sonora se instauró en el poder y
pronto echó a andar su proyecto
económico y político para el
país, proyecto que tuvo
como sustento ideológico y legal
a la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos
del año de 1917.
El gobierno de Álvaro Obregón se
inició en una situación
nada halagüeña, en lo económico
se enfrentaba una crisis
producto de los problemas
derivados no sólo de la guerra
interna (1910-1917), sino también
del colapso económico
generado por la Primera Guerra
Mundial (1914-1918). Al
final de esta última se había
gestado una recuperación y
crecimiento económicos en países
como Francia, Alemania,
Austria, Checoslovaquia, Polonia,
los Estados Unidos, Gran
Bretaña y el Japón, pero entre
los años de 1921 y 1922 se dio
una “repentina y brusca
contracción” en esas economías.4
Fue en este México posrevolucionario
de reconstrucción
económica e institucional en el
que José Vasconcelos Calderón
echó a andar el proyecto
educativo de la revolución
mexicana. Hablar de José
Vasconcelos es hablar de un
personaje controversial en la
historia mexicana del siglo xx.
Militante constitucionalista,
anti-reeleccionista, rector de la
Universidad de México, Secretario
de Educación, líder del
movimiento estudiantil, filósofo,
etc. Es decir, es hablar de
un hombre de múltiples facetas y
de múltiples acciones.
En este artículo sólo me referiré
a la faceta de constructor
del proyecto educativo nacional
que, primero en la Universidad
Nacional y después en la
Secretaría de Educación Pública,
plasmó toda una filosofía
educativa que se mantuvo vigente
en esa dependencia federal
durante todo el siglo xx.
Vasconcelos y la creación
de instituciones educativas
Al proclamarse el Plan de Agua
Prieta en 1920, Vasconcelos
se alió con Álvaro Obregón para
enfrentar a Carranza. Tras
la muerte de este último, el
presidente interino Adolfo de la
Huerta le encargó el Departamento
Universitario y de Bellas
Artes, cargo que incluía la
rectoría de la Universidad Nacional
de México. Después fue rector de
la Universidad Nacional
del 9 de junio de 1920 al 12 de
octubre de 1921.
Su espíritu iberoamericano,
expresado en su obra literaria,
también se observa en el escudo
de la unm que la
unam ostenta hasta la fecha que
fue propuesto al Consejo
Universitario, en abril de 1921,
por el propio Vasconcelos
y en el que plasmó su ideal de
que los mexicanos debían
fundir su propia patria con la
gran patria hispanoamericana
como una nueva expresión
sociocultural y étnica e incluso
racial. El lema que propuso para
el escudo sigue estando
vigente en la Universidad
Nacional: “Por mi Raza Hablará
el Espíritu”, además desde esta
Institución echó a andar la
primera campaña nacional contra
el analfabetismo.
En su discurso de toma de
posesión de la rectoría de la
unm, Vasconcelos afirmó lo
siguiente: “no vengo a trabajar
por la Universidad, sino a pedir
a la Universidad que trabaje
por el pueblo”, estas palabras,
muestran lo que fue su propósito
como Rector de la esa casa de
estudios. Tras reorganizar
la estructura de la Universidad
Nacional, Vasconcelos fue
nombrado Secretario de Educación
Pública (sep).
El filósofo mexicano dio una
interpretación propia
al artículo 3° constitucional
para llevar a cabo las líneas
generales en materia de política
educativa que planteaba
el propio artículo
constitucional: laicidad, obligatoriedad
y gratuidad de la enseñanza
impartida por el Estado.
La sep tendría alcance federal
(es decir nacional) y
desde esa posición inició un
ambicioso proyecto cultural
en el país entre los años de 1921
a 1924. Con José Vasconcelos
la educación adoptó tintes
humanistas, es decir,
que el intelectual mexicano no
pensaba que la instrucción
de la población se debería
circunscribir a la enseñanza de
la lectura y la escritura, el
civismo y la historia patria, sino
que además habría de dotar a los
individuos de una cultura
más amplia; ello sería posible
gracias a la instalación de
bibliotecas públicas en todo el
país y a un amplio programa
de publicación de textos de
literatos y científicos nacionales
y extranjeros.5
Vasconcelos propuso el proyecto
de la sep al propio presidente
Obregón y negoció ante los
diputados del Congreso
de la Unión y de las legislaturas
locales de algunos estados
de la República, con los
gobernadores de los estados y el
magisterio nacional la creación
de esta Secretaría, que nació
con tres departamentos: el
Escolar, que se encargaría de
impartir la instrucción primaria,
normal, media superior y
superior; el de Bibliotecas, que
serviría de apoyo al anterior
con un proyecto editorial de
largo alcance de publicación
de obras de los clásicos de la
literatura y filosofía nacional
y mundial, así como el
establecimiento de bibliotecas
públicas. En este sentido
Vasconcelos albergaba la idea de
que se fundara una biblioteca
pública en cada municipio
del país; y el de Bellas Artes,
encargado de difundir el arte
y la cultura.
De esta forma el filósofo
mexicano pretendía ofrecer una
educación integral a todos los
mexicanos: niños y adultos.
Así se crearon programas de
instrucción popular, la edición
de libros y la promoción del arte
y la cultura. Del mismo
modo, la campaña alfabetizadora
que inició en la unm fue
llevada a la sep creando una
Dirección y la puso a cargo
de Eulalia Guzmán. La estructura
básica que Vasconcelos
dio a la sep sigue siendo la
misma hoy en día, solo que ha
crecido de manera descomunal.
La visión de la educación de
Vasconcelos
Entre 1921 y 1923 la educación en
manos de José Vasconcelos
adquirió un sentido nacionalista
y culturizante. Propuso
la lucha contra el analfabetismo,
las escuelas rurales (o Casas
del Pueblo), la difusión de la
lectura, el impulso a las artes,
el intercambio cultural con el
extranjero y la investigación
científica, con todos estos
elementos dio forma al nuevo
programa educativo para el país.
Nuestro personaje pretendía, con
esas dependencias “…
transformar a las masas
marginadas en grupos de individuos
productivos y creadores, (así) la
población se integraría en
una unidad nacional libre y
democrática”, para Vasconcelos
la educación consistía en
“modelar a los hombres para una
función social”, de tal manera,
que la educación no sólo era
culturizar a los pueblos, sino
que consistía en prepararlos para
desarrollar una función dentro de
la sociedad; con esa idea
pugnó por la “transformación de
nuestras antiguas Escuelas
de Artes y Oficios en modernos
institutos técnicos” antes
que crear una Universidad, así
pretendía que la sep formara
mecánicos, técnicos industriales
de todos géneros y todo tipo
de trabajadores que aplicaran la
ciencia en la industria.
La educación para Vasconcelos no
era sólo para el
habitante de las ciudades, sino
también la enseñanza en el
campo era su preocupación; él
pensaba que el indígena no
debía ser exterminado, ni
recluido en reservaciones, sino
que debía ser integrado al
desarrollo social, pues pensaba
que el campesino no era un ser
falto de inteligencia o infrahumano:
“No concibo que exista diferencia
alguna entre
el indio ignorante y el campesino
francés ignorante o del
campesino inglés ignorante; tan
pronto como unos y otros
son educados, se convierten en
auxiliares de la vida civilizada
de sus países y contribuyen, cada
uno en su medida
al mejoramiento del mundo”. Tres
instituciones serían las
encargadas de la educación
campesina:
a) La escuela rural que llevaría
las primeras letras al medio
rural, es decir, se encargaría de
llevar la campaña
de alfabetización que en las
ciudades correspondía a
las escuelas primarias.
b) La escuela de la comunidad que
llevó la tarea de
organizar a la comunidad
alrededor de la actividad
económica predominante en cada
región con el fin
de favorecer su desarrollo
social, cultural y económico.
c) Las “misiones culturales” que
buscaban el mejoramiento
profesional del maestro rural y
el progreso
material de la comunidad.
Vasconcelos pugnó por crear una
estructura educativa para
la gran mayoría, es decir, que
abarcara a todas las capas
sociales, por eso fundó las
escuelas primarias para el área
urbana, las rurales para el
ámbito campesino.
Además, la educación de esas dos
regiones, por medio
de escuelas técnicas propias a
cada ámbito, proporcionaría
incentivos económicos para el
pueblo en general y, al mismo
tiempo, se procuraría el progreso
económico y cultural del
país. Pero no sólo se preocupaba
por el nivel primario, él
pensaba “que la educación
superior [debía] buscar impartir
conocimientos más aplicables a la
vida práctica”; en este
sentido se opuso totalmente a las
universidades que denominaba
de “tipo antiguo en las cuales se
educaban poetas y
gramáticos, tipos sociales muy
agradables, pero poco útiles”
y proponía que las universidades
cultivaran “una ciencia
que” conquistara “el bien, no
solamente el bien teórico, sino
el bienestar económico de todos
los hombres”. Para logarlo
se impartirían “enseñanzas de
carácter científico, práctico
y útil” que convertirían “a cada
uno de” los alumnos “en
productores de riqueza, que”
sustituyeran “a los profesionales
de antigua especie, que por lo
común vivían para la
política o la burocracia,
mientras que nuestros recursos
naturales quedaban vírgenes”.
También instrumentó una ideología
educativa que
sustentaba dos objetivos
fundamentales: el primero, pretendía
convertir al pueblo mexicano en
un pueblo culto;
que supiera leer, que conociera
las grandes obras de los
clásicos tanto mexicanos como
extranjeros, que tuviera
un conocimiento general amplio,
etc.; el segundo buscaba
lograr el mejoramiento económico
de los habitantes del país
mediante la formación de escuelas
técnicas y la enseñanza
de conocimientos prácticos.
José Vasconcelos fue un personaje
carismático y capaz
de entusiasmar a sus
colaboradores, hizo de los maestros
rurales un ejército de paz y de
cada profesor, según su propia
metáfora de raíz católica,
“apóstoles de la educación”. Al
trabajo de los maestros rurales
sumó el apoyo de materiales
didácticos, nunca antes
utilizados en México, que van desde
la edición masiva de algunas de
las más grandes obras del
pensamiento europeo y occidental
que fueron distribuidas
por todos los rincones del país.
La radio y la cinematografía,
dos tecnologías de comunicación
masiva que iniciaban
en aquellos años fueron
ampliamente utilizadas en la sep.
Radio Educación es una de las
estaciones más antiguas de
México y el mundo, o el proyecto
de las Misiones Culturales,
inspirado en el trabajo de los
misioneros del período colonial,
que se concentraron su trabajo en
poblaciones menores
de 2,000, para “llevar cultura y
progreso a sus habitantes”
y mejoramiento profesional a los
maestros rurales, pues
muchos de estos últimos sólo
habían estudiado hasta el
sexto año de primaria.
El maestro mexicano fue un
integrador de distintos
proyectos educativos y supo
conformar un equipo de trabajo
de primer nivel, así personajes
como la propia Eulalia
Guzmán (campaña alfabetizadora),
Rafael Ramírez (educación
rural), Miguel Bernard (educación
técnica), la escritora
chilena Gabriela Mistral
(educación técnica femenina),
Adolfo Best Maugard (dibujo),
Carlos Pellicer Cámara
(poeta), entre otros, fueron los
personajes que le ayudaron
a construir el aparato educativo
para el país, además
de crear el ejército infantil,
donde cada niño que supiera leer
y escribir iba a impartir estas
enseñanzas a los adultos.
Además, inició un ambicioso
programa de intercambio
educativo y cultural con otros
países americanos, las llamadas
“embajadas culturales”, que
llevaron a algunos de los
más brillantes estudiantes
mexicanos de la época a entrar
en contacto a edad temprana con
sus pares de Argentina,
Brasil, Colombia, Perú y otros
países de América Latina.
También apoyó a multitud de
artistas e intelectuales.
A algunos de ellos los convenció
para que se establecieran
en México y –con ellos– “ideó
nuevas fórmulas de expresión
artística, masiva, que a pesar de
sus tintes políticos y
propagandísticos tienen valor
estético”. Tal fue el caso de
muralistas como David Alfaro
Siqueiros, José Clemente
Orozco y Diego Rivera. En el
edificio de la sep, que se
levantó sobre las ruinas de un
antiguo convento católico,
plasmó su ideal educativo al
solicitar al propio Diego Rivera
que decorara los muros internos
del inmueble con temas
alusivos a la educación
posrevolucionaria, desde la primaria
rural y urbana hasta la superior
pasando por la técnica.
Un aspecto importante de su
proyecto educativo fue la
reconstrucción o construcción de
edificios públicos para la
difusión de la cultura, como el
Estadio Nacional, escuelas
públicas de diferentes niveles,
bibliotecas y, de manera
más general, los edificios
destinados a albergar el aparato
burocrático del sistema educativo
a lo largo y ancho de la
nación.
Vasconcelos, sin embargo,
encontró difícil conciliar su
condición como pensador
independiente con las exigencias
de los cargos de gobierno que
ejerció. Además, su relación
con Álvaro Obregón y Plutarco
Elías Calles estuvo siempre
mediada por la desconfianza que
le inspiraban los mexicanos
del norte de la república. Hábil
para acuñar punzantes
metáforas, frases célebres o para
ridiculizar a sus adversarios
en debates o en intercambios
epistolares, en más de una
ocasión expresó, con un dejo de
desdén, que en México
la civilización terminaba donde
empezaba el consumo de
carne asada, en obvia referencia
a las regiones del norte de
México, de donde provenían
Obregón y Calles.
Es por eso por lo que, luego de
un brillante inicio
como funcionario público,
Vasconcelos decidió renunciar
a la cartera de Educación
Pública, al conocer la noticia de
que Obregón había elegido a
Calles como su sucesor en la
presidencia de la República,
cargo al que se creía merecedor
el propio Vasconcelos, e incluso
en las elecciones presidenciales
de 1929 contendió en contra del
mismo Obregón
oponiéndose a la reelección de
este último. Proceso electoral
del que salió decepcionado por el
fraude orquestado por los
sonorenses, para dar la
presidencia a Obregón, hecho que
motivó la movilización de los
estudiantes universitarios,
que pronto fueron reprimidos por
el gobierno de Calles
resultando un estudiante muerto,
por lo que el filosofo
mexicano decidió autoexiliarse en
los Estados Unidos.
Tiempo después regresó a México
para dedicarse a satisfacer
su pasión por la escritura, el
análisis filosófico y la polémica.
Además, tuvo una participación
destacadísima en las luchas
por obtener la autonomía de la
Universidad Nacional, al
lado de Manuel Gómez Morín y
otros personajes destacados
de la década de los veinte.
Conclusiones
José Vasconcelos fue un personaje
controversial, al estudiar
su vida encontramos que su
participación política
fue de vaivenes. Apoyó a
Francisco I. Madero, después a
la Convención, fue Secretario de
Instrucción Pública de
Eulalio Gutiérrez durante el mes
que duró su presidencia,
después se unió a las fuerzas de
Álvaro Obregón. Pero
en 1924 rompió con “el Caudillo”,
cuando éste último
decidió designar a Plutarco Elías
Calles como su sucesor
en la presidencia de la
República. Más tarde se presentó
como candidato en las elecciones
presidenciales de 1929,
enfrentándose nuevamente a
Obregón, se auto exilió cuando
uno de sus seguidores fue
asesinado en las protestas que
generó el fraude electoral que
dio el triunfo a Obregón. En
fin, fue un hombre que ayudó a
forjar del sistema político
mexicano posrevolucionario, pero
también fue un hombre
que enfrentó ese sistema.
Como pudimos observar a lo largo
de este ensayo,
José Vasconcelos también fue un
apóstol de la educación,
él dio vida a la sep y los
proyectos educativos que ella se
encargaría de echar a andar. La
sep, que a pesar de haber
crecido como lo hizo en el siglo
xx, sigue conservando las
características básicas que le
imprimió el filósofo mexicano,
en cuanto a su estructura y a la
filosofía educativa, es
decir, la educación masiva de la
población a través de una
dependencia de alcance federal.
Para finalizar reproduciré
un fragmento del discurso que
José Ingenieros dedicó a
nuestro personaje en el año de
1922, cuando Vasconcelos
visitó la Argentina y los
escritores argentinos le ofrecieron
un banquete que describe muy bien
al Vasconcelos “Apóstol
de la educación”:
Comprendiendo el sentido
histórico de la hora en que le tocó
vivir, fue desde 1908
revolucionario; y por haberlo sido contra
el despotismo y contra el
privilegio, posee hoy, desde el gobierno,
orientaciones firmes e ideales
constructivos. Los grandes
hombres no suelen recoger migajas
en los festines oficiales de los
opresores, sino alzan la voz
contra todas las formas de opresión,
de la inmoralidad y de la
injusticia. Porque fue revolucionario
Vasconcelos sabe hoy ser
patriota, en esa noble significación
del patriotismo que consiste en
honrar a la patria con obras
buenas y no explotarla con
declamaciones malas. Porque fue
revolucionario tiene el vehemente
deseo de acrecentar la justicia
en la sociedad, sin encadenar
voluntades a ningún dogmatismo
de secta o de partido. En la
dirección de la Preparatoria, en el
rectorado de la Universidad, en
la federación de la enseñanza,
en la organización de las
Bibliotecas Populares, y finalmente
en el Ministerio de Instrucción
Pública, ha demostrado ser un
espíritu nuevo, uno d elos pocos
espíritus incontaminados por
las pasiones malsanas que dejó la
guerra europea, que pueden
contemplar la situación actual
del mundo sin ateojeras germánicas
o aliadas.7
Notas
1 Álvaro, Obregón (1920-1924),
Plutarco Elías Calles (1924-1928),
interino Emilio Portes Gil
(1929-1930), Pascual Ortiz Rubio
(1930-1932), interino Abelardo L.
Rodríguez (1931-1934) y Lázaro
Cárdenas (1934-1940).
2 Matute, Álvaro. Historia de la
Revolución Mexicana, 1917-1924. La
carrera del caudillo. México, El
Colegio de México, 1980, p. 185.
3 inegi. Estadísticas históricas
de México. México, inegi/inah, 1988,
p. 291.
4 Aldcroft, Derek H.. Historia de
la economía europea, 1914-1980.
Barcelona, Crítica, 1989 (184),
p. 47.
5 sep. Memoria 1922, T. I.
6 Kay Vaughan, Mary. Estado,
clases sociales y educación en México.
México, sep/fce (sep/80’s, 28),
1982, Antonio H Barbosa.
Maestros de México. México, 1973
y José Vasconcelos. Textos sobre
educación. México, sep/fce
(sep/80’s, 8), 1981.
http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Vasconcelos_
Calder%C3%B3n#Ap.C3.B3stol_de_la_educaci.C3.B3n
7 unam. José Ingenieros. José
Vasconcelos. México, unam (Latinoamérica.
Cuadernos de Cultura
Latinoamericana, 74), 1979, p.7.
Federico Lazarín Miranda. Es
profesor-investigador titular adscrito
al Departamento de Filosofía en
la Unidad Iztapalapa de la uam.
Correos electrónicos:
flm@xanum.uam.mx /lazarin24@terra.com.mx
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