Con base en las necesidades y aspiraciones de las comunidades
rurales que millares de maestros detectaron en casi todas las regiones del país,
se elaboró el primer plan de trabajo para las escuelas del campo; es decir, para
las escuelas rurales. Este plan concibe a la escuela como una agencia cultural
de convivencia social de todos y para todos, por lo cual se aleja diametralmente
de los planes de estudio formales con matrícula limitada, programas estrechos y
rígidos de enseñanzas académicas.
La escuela rural funda toda su acción en el principio
psicológico de las diferencias individuales, así como en el sociológico del
desarrollo desigual de las sociedades humanas. De esta forma, en las manos de
los maestros se adapta concretamente a los pueblos y a millares de comunidades
dispersas en la amplia geografía mexicana. Los principios generales que rigen
este trabajo son:
1°
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La escuela es un medio donde el niño se instruye con lo que ve
y hace rodeado de personas que trabajan, por lo cual no existen lecciones
orales, programas desarticulados, horarios rígidos o reglamentaciones
estrechas.
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2°
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La educación que promueve deriva de las relaciones del niño y
el hombre con la naturaleza y la sociedad por medio del trabajo cooperativo,
práctico y de utilidad inmediata, y no la simple y monótona escritura y lectura,
ni las ideas hechas de lecciones fragmentadas.
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3°
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Las actividades que realiza la escuela sirven para explicar los
hechos de los fenómenos naturales y sociales, por lo que carece de programas
estáticos que sólo los profesores suelen entender.
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4°
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Proscribe los castigos y los premios para dejar al educando
toda su libertad y espontaneidad, porque la conducta humana, como la virtud y la
verdad, no se enseñan teóricamente, sino por el uso personal de la
libertad.
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5°
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Establece el gobierno de los alumnos a través de los comités
que ellos mismos eligen, es decir no juega a la democracia, sino que es la
democracia (idem, p. 202).
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Por otra parte, establece los siguientes postulados: 1.
La acción escolar comienza por mejorar o mantener la salud del cuerpo como
premisa de la salud mental; 2. El juego y el trabajo constituyen los
factores fundamentales del desarrollo físico; 3. No debe sujetarse a
todos a las mismas actividades, sino buscar las aficiones, capacidades y
vocaciones de cada uno para encauzar sus energías personales, en función del
interés social; 4. La organización escolar tiene que ser mixta, a fin de
que niños y niñas compartan una vida sana y sin prejuicios, libre y ordenada
como forma de convivencia social; 5. El trabajo escolar no es una
simulación, ya que tiene carácter de realidad, utilidad práctica, inmediata y
positiva. Con estas expresiones que no requieren tratados ni manuales para
entenderse y tampoco profundas meditaciones académicas, la Escuela Rural de
México se esparce por todo el territorio nacional (idem, p. 203).
La doctrina social de la Escuela Rural se funda en el servicio
a los grupos tradicionalmente marginados; esto es, enfoca su acción educadora a
las comunidades rurales de indígenas y campesinos, a las que concibe como el
espacio natural y social donde se desenvuelve la persona humana, y no como una
simple unidad geográfica o política que debe ajustarse mecánicamente al
engranaje de la vida nacional e internacional.
La Escuela Rural no considera a la comunidad a la manera
tradicional, ni toma al individuo separadamente como sujeto activo de la
educación, sino que concibe a aquélla socialmente en su conjunto, como impulsora
de su propio desarrollo y, por tanto, como unidad completa a la que la escuela
se integra.
La comunidad no es una agregación accidental de personas en un
área determinada, sino una agrupación natural, resultado de la vida económica y
social, y cuyos miembros están unidos por relaciones estrechas. Sus problemas y
anhelos, aunque no son precisamente la suma de los problemas individuales, sí
son reflejo de los conflictos y anhelos comunes a sus miembros que se asociación
por necesidades e intereses comunes y actividades también comunes, para lograr
la vida más satisfactoria.
Aún ahora, cuando las sociedades alcanzan dimensiones
nacionales o supranacionales, resalta el hecho de que no puede prescindirse de
la comunidad porque es la base de sustentación de toda sociedad moderna; de ahí
que los programas nacionales e internacionales propicien el desarrollo de la
comunidad.
Según Lee Joseph, la "comunidad es hacedora de hombres", En
consecuencia, la escuela de la comunidad tiene dos alternativas: enfocar su
acción hacia la comunidad, entendida ésta como unidad política a la que hay que
atar hacia el poder de la clase dominante, o, por el contrario, dirigirla
hacia la integración y el desarrollo de la vida colectiva en beneficio inmediato
y directo de sus miembros. En el primer caso la escuela funciona como una
simple agencia de cultura que lleva ésta, desde afuera, a la comunidad, y cuyos
fines casi siempre son desconocidos para los miembros de la comunidad; y, en el
segundo, funde su acción con la de la comunidad, para integrarla desde dentro
con su propio potencial y conducir, en su conjunto, el desarrollo de toda ella y
no sólo de una de sus partes.
En su caso, la Escuela Rural se ajusta precisamente a esta
segunda perspectiva, pues su acción no se reduce a una simple actividad
promovida desde fuera, sino impulsada desde dentro con los elementos de su
propio potencial.
De esta nueva concepción educativa se desprenden los
siguientes principios: 1. La organización de la comunidad es un
imperativo que se apoya en las necesidades y aspiraciones de la misma; 2.
La comunidad es una unidad social activa y consciente de su propio mejoramiento;
3. Los programas de trabajo deben surgir de la propia estructura comunal
; 4. La acción de esos programas debe ser permanente y no esporádica o
temporal, 5. A la escuela le corresponde organizar, orientar y encauzar
las actividades comunales con niños, jóvenes y adultos en todas las
manifestaciones de la vida social (idem, p. 204-205).
Con estos principios como bandera, los maestros de la
Revolución elevan el rango económico, político y cultural de las comunidades
rurales para integrarlas a la nacionalidad, partiendo de la solución de sus
problemas internos y no de los que le impone la estructura política que las
margina. Y estos maestros "empíricos", con base en las realidades mexicanas y
dotados de un plan de trabajo rudimentario, pero surgido del seno mismo de la
comunidad, hacen de la comunidad rural una escuela, y de la escuela rural una
comunidad.
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