La Escuela Rural en sus lecciones de geografía no tiene un
programa especial, sino que se recorren las comarcas para observar la
procedencia de las materias primas, la ubicación de las poblaciones, los medios
de vida, las necesidades, la ocupación y los ingresos de los habitantes. La
enseñanza de la historia sigue un curso parecido, esto es, no describe batallas
ni matanzas, sino que se estudia a través del desarrollo de la civilización y el
progreso de los pueblos, la búsqueda de la libertad y la aparición de las
industrias y los inventos que hacen evolucionar la ciencia, los esfuerzos del
hombre por alcanzar la justicia y la libertad, así como los sucesos naturales
más importantes.
Este plan de trabajo que guía a la Escuela Rural Mexicana,
titubeante al principio y vigorosa cuando se asienta en las estructuras sociales
en donde opera, se encaja hasta el fondo en las comunidades rurales con
extraordinaria sencillez para desde ahí levantar el edificio de la educación
nacional, que se elaboró con la participación de todos los pueblos arrumbados
por la historia.
No cabe duda que la Escuela Rural es el eje sobre el que gira
el sistema educativo de la Revolución, mismo que conduce al pueblo mexicano
hacia su realización. En este tenor, las misiones culturales, como las escuelas
normales rurales y urbanas, las tecnológicas y las secundarias, y más tarde las
centrales agrícolas y las regionales campesinas son sólo instituciones
complementarias de la educación rural.
Algunos han considerado a las misiones culturales como
escuelas normales itinerantes, lo cual es inexacto, pues se crean no sólo para
preparar maestros, sino fundamentalmente para propiciar el desarrollo integral y
armónico de las comunidades rurales mediante la acción de la escuela.
Para la comunidad, estas misiones son más que una escuela, ya
que significan la integración e incorporación a la vida nacional por el camino
del desarrollo social. Así, congruentes con la filosofía misma de la escuela, su
acción se convierte en un complemento natural de la educación rural y hacen de
su actividad demostrativa, práctica y constante de mejoramiento material,
económico, social y espiritual de las comunidades rurales el principal centro de
interés.
El mejoramiento profesional de los maestros en servicio y el
desarrollo de la comunidad son parte de ese mismo objetivo; por eso trabajan con
hombres y mujeres adultos, jóvenes, niños y maestros en todas las
manifestaciones de su vida social. Ése es el ambiente que tratan de crear las
misiones culturales (idem, p. 209).
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