Después de haber leído con atención lo anterior, no quedará la
menor duda de que efectivamente la Escuela Rural Mexicana, sobre todo el periodo
que corre de 1917 a 1934 forjó las bases de la estructura educativa del país a
partir de la Revolución mexicana; con ello el país cobró un nuevo rostro, dando
pie a que se pudiera continuar con las políticas sucesivas de los gobiernos de
la Revolución, como: la educación socialista del cardenismo, la educación para
la unidad nacional, el plan de once años, la educación para todos, la revolución
educativa y tantos que le han dado un rostro al país, con todas las limitaciones
que éstos han tenido,. diversificando los niveles (del preescolar al posgrado
universitario) y los tipos de educación (profesional, tecnológica y
humanística).
El Estado mexicano logró de ese modo consolidarse frente a
otras instituciones que le competían en la hegemonía, y logró una imagen de
fortaleza a pesar de los tropiezos. En ello la educación pública ofrecida por el
Estado jugó un papel trascendente al permitir incorporar a un buen número de la
población a la estructura productiva del país, aunque evidentemente con muchas
limitaciones. Pero ciertamente quedaron atrás buena parte de las lamentables
condiciones en que el siglo XX recibió a la mayoría de los mexicanos que se
encontraban por debajo de los niveles de pobreza y marginación al pertenecer a
un mundo esclavista, el peonazgo de la hacienda porfiriana, en el último tercio
del siglo XIX.
La Escuela Rural Mexicana, como proyecto de la Revolución, no
se ha evaluado convenientemente en su trascendencia y el peso específico que
tuvo en la configuración del aparato educativo nacional, y, en buena medida, en
el nuevo rostro del Estado mexicano frente a sí mismo y a la comunidad
internacional. En ella Rafael Ramírez, sin dejar de reconocer los esfuerzos de
Vasconcelos y Sáenz y de tantos otros maestros que dieron prácticamente su vida
en esto, no sólo entregó buena parte de su existencia, sino que se le reconoce
como un gran promotor de los procesos, cambios y acciones que resultaron en
beneficio de un gran número de niños y jóvenes en el campo. Pero sobre todo,
ayudó a sentar las bases de lo que hoy denominamos Sistema Nacional de
Educación, con todos sus subsistemas, que nos habrán de permitir enfrentar los
retos del siglo XXI. Éste debe ser un homenaje a los maestros rurales que
pusieron todo su empeño, con Ramírez, en lograrlo.
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