El primer plan de trabajo para las escuelas primarias rurales
fue elaborado tomando en cuenta las necesidades vitales de las comunidades
campesinas e indígenas, detectadas por los maestros ambulantes y
sociológicamente instruidos, orientados y conducidos por educadores
profesionales y por ello atrajo la atención de múltiples sectores sociales que
empeñaron sus mejores esfuerzos en la tarea de integrar dicho plan a la Escuela
Normal Rural para preparar con eficacia a los nuevos maestros.
Para completar el proceso se incluyen en el programa
conferencias a efecto de propiciar el establecimiento de sociedades cooperativas
de obreros y campesinos, comités de salubridad, asociaciones de madres de
familia y de protección a la infancia. Con este pequeño y rústico programa
surgen funcionalmente, como instituciones dinámicas que responden plenamente a
las necesidades naturales y sociales de las comunidades campesinas e indígenas,
las escuelas normales rurales orientadas a formar a los maestros que este sector
mayoritario de la población mexicana necesitaba en aquel momento. Más adelante,
al finalizar el decenio 1923-1933, las Normales Rurales se habrán de fusionar,
dando lugar a una nueva institución: las escuelas regionales campesinas.
Rafael Ramírez y Moisés Sáenz son dos de los más destacados
teóricos y realizadores de la educación en México durante los años veinte. En
especial sobresale su participación en la escuela rural. De ella dirá Ramírez:
"La Escuela Rural Mexicana es una institución genuinamente socializante, es
decir, una institución creada fundamentalmente para integrar a la gente en
verdaderos grupos sociales con alma y vida colectiva. Ésta es su función más
noble y es también más útil, pues el trabajo genuino de la escuela está
concentrado en la comunidad, entre la gente madura, a quien es imperioso
socializar en primer lugar, para ennoblecerla y mejorarla a continuación." Estos
conceptos enmarcan la doctrina de la educación rural de los años veinte; sus
rasgos todavía persisten en proporciones apreciables en el campo mexicano.
Sin embargo, lamentablemente, al finalizar la década los profesionales de la
política empiezan a utilizar la escuela creada por la Revolución, para otros
fines. Y el resultado es que la política educativa de la Revolución se convierte
en educación política, seguramente presionada por el clericalismo interno y el
imperialismo externo que no han dejado de operar dentro de la estructura y el
desarrollo social de México.
Finalmente, para concluir esta parte, podemos decir que de 1923
a 1925, en la Facultad de Altos Estudios de la Universidad Nacional se imparten
cursos para maestros de educación primaria. Moisés Sáenz es el organizador de
ellos, en los cuales Ezequiel A. Chávez dicta, por primera vez en México, la
cátedra de Psicología de la adolescencia. Con estos cursos se prepara el
advenimiento de la escuela secundaria, para completar la obra de educación
primaria. Y aunque la universidad sigue estancada en los métodos del positivismo
y de espaldas a la Revolución, en su seno se crea el Departamento de Educación
Rural conforme al proyecto autorizado por el Secretario de Educación Pública el
31 de enero de 1928 (idem, p. 218).
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