Ponderar la obra de la Escuela Rural Mexicana y la intervención
de Ramírez en ella, al punto en que ésta tomó cuerpo y función, es un trabajo
muy difícil que aún no se ha realizado, ya que para 1976, por ejemplo,
funcionaban en el país cerca cuarenta y dos mil escuelas rurales distribuidas
por la superficie nacional. Éstas eran atendidas por setenta y ocho mil maestros
normalistas y más de catorce mil maestros promotores bilingües, éstos últimos
establecidos en comunidades indígenas.
Con excepción de las escuelas erigidas en los lugares abruptos
de las regiones interculturales de refugio, a todas ellas era posible acceder
por carretera asfaltada o camino de mano de obra. Así pues, hoy nos parece cosa
natural dar de buenas a primeras con una escuela en el campo: es la construcción
más destacada del lugar; pero evidentemente no siempre fue así. A principios de
siglo las condiciones opuestas, como hemos señalado antes, eran las habituales.
El agro carecía de instituciones de enseñanza; sólo una que otra hacienda
próspera sostenía eventualmente maestros para la instrucción de los hijos de sus
empleados. En una de ellas, la de Palo Blanco, ubicada en la Huasteca, inicia
Rafael Ramírez su ejercicio profesional, recién salido de la escuela normal de
Jalapa. Pasa de ahí a desempeñar su empleo en distintos lugares de Veracruz y de
otras entidades. El estallido de la Revolución lo sorprende en la capital de la
República ocupado como docente en un establecimiento orientado a la enseñanza de
industrias y oficios. En 1915 escribe un libro, La escuela industrial, el
primero de su extensa bibliografía, en el que compara la enseñanza técnica en
México con la de Estados Unidos y Europa y en él propone innovaciones que
intentan hacer más eficaz el esfuerzo educativo. En la doctrina que orienta la
obra se advierte el entusiasmo que le produce "la escuela de la acción" de John
Dewey y la "educación integral" de Piotr Kropotkine, todo ello sobre el
trasfondo sólido del conocimiento positivista que había recibido en la normal
rebsamiana y que permanece durante toda su vida en el pensamiento del
maestro.
La reforma educativa que José Vasconcelos realiza, en los
primeros años de la década de los veinte, da a Ramírez la oportunidad de
transferir al escenario rural su experiencia sobre la técnica de la docencia de
las pequeñas industrias. En 1923 formó parte de la primera misión cultural,
establecida en Zacualtipan, Hgo., que sería la matriz de donde habrían de salir
otras agencias del mismo tipo, las cuales tuvieron como encomienda difundir por
los recodos de las sierras, por el planalto y las costas, la escuela rural bajo
la sugestiva designación de la "casa del pueblo".
De entonces a su muerte, la enseñanza rural sería el
objeto de sus mayores preocupaciones. Junto con Moisés Sáenz, primero y con
Narciso Bassols, después, configuró principios, normas y actividades a la
educación rural (la educación fundamental para un país esencialmente rural, en
la época). Ramírez funda escuelas, organiza la supervisión de las mismas, crea
el aparato administrativo necesario para sostener la estructura todavía endeble.
Planea y dirige, pero sobre todo, produce sin descanso los libros, guías
didácticas para el maestro rural, y se aventura también en la doctrina que
fundamenta la enseñanza del campesino (sobre esto existe un gran
listado).
Como si la producción escrita no fuera suficiente para ganarle
un lugar destacado en la historia de la pedagogía mexicana, Ramírez se da tiempo
para hacer aun más: redacta circulares, dicta conferencias, pronuncia discursos,
comenta informes, inspecciona escuelas, enseña en la vida y en la cátedra;
además de encabezar el Departamento de Escuelas Rurales e Incorporación Cultural
Indígena, asesora a quienes los suceden en las responsabilidades de la
administración escolar. Finalmente, cargado ya de años, pero aún con un profundo
interés por la suerte del campesino y el indio, desde el retiro de su casa de
Coyoacán sigue atento al destino de la institución que ayudó a nacer. Hasta que,
en 1945, otros vientos cambiaron el curso de la educación en el país.
En 1921, poco antes de que nacieran las primeras casas del
pueblo, el censo de población capta más de catorce millones de habitantes en la
República; dos tercios de ellos viven en el campo; más de cuatro millones son
indios y ocho millones, gente cuyo nivel de vida es clasificado como
"primitivo". El 65% se considera analfabeto y en ese porcentaje están
comprendidos tres millones de personas que no entienden el "idioma nacional". El
número de lenguas originalmente americanas que se hablan en el país es numeroso,
pero indeterminado; la investigación lingüística actual la hace ascender a una
cifra de entre ciento ochenta y tres y doscientos cuatro. Gráfica y
culturalmente, México es un país heterogéneo, en este momento, una nación en
proceso de formación, con un alto grado de dispersión por lo que concierne a la
población rural, aislada física y culturalmente de la corriente convergente del
desarrollo nacional (Aguirre Beltrán, "Introducción a: Rafael Ramírez". La
escuela rural mexicana. SEP/80 y FCE, México, 1981, p. 10).
Finalmente, habrá que decir que Rafael Ramírez, maestro
normalista nacido en la Vigas, Veracruz, el 31 de diciembre de 1885 y muerto en
Coyoacán el 29 de mayo de 1959, dedicó su vida a la tarea paciente de construir,
desde sus cimientos, la teoría y la práctica de la Escuela Rural Mexicana. Es
difícil comprender el valor que tiene una invención humana, nos dice Aguirre
Beltrán, cuando ésta se convierte en un hecho común, en algo corriente, tan
familiar que nos parece trivial detenernos a examinar el significado que puede
tener en el desenvolvimiento de nuestra formación social o en la integración de
nuestra contextura étnica (idem, p. 5).
Las obras publicadas (libros y folletos) en los años de mayor
actividad son: La escuela de la acción dentro de la enseñanza rural
(1924); Cómo dar a México un idioma (1928); La enseñanza de la
escritura (1929); La educación en los Estados Unidos (1928); El
cuento y la expresión dramática (1930); La serie El Sembrador, de los
libros de lectura para las escuelas rurales; primero (1929), segundo (1931),
tercero y cuarto (también en 1931); La visita a Chile (1934); La
escuela proletaria: cuatro pláticas acerca de la educación socialista (1935)
y Formación y capacidad de los maestros rurales para hacer eficaz la acción
de la escuela en los pueblos indígenas (1935), La serie Plan sexenal
infantil, de lecturas para el ciclo inferior (1937) intermedio y superior (el
mismo año) de las escuelas rurales; el último con el título de Los grandes
problemas nacionales y las tareas sociales de los ciudadanos de El Porvenir.
Curso breve de psicología educativa (1937), Técnicas de la enseñanza
(1937), Curso de educación rural (1938) y La comunidad, la natural y
auténtica institución educadora de sí misma (1940), Una serie de manuales
didácticos: La enseñanza de la ortografía (1938), La enseñanza del
lenguaje (1949); La enseñanza de la historia (1949), La enseñanza
de la geografía (1949), La enseñanza del civismo (1950), La
enseñanza de la lectura (s. f.), La enseñanza de la aritmética (s.
f.), Supervisión de la educación rural, Organización y administración
de escuelas rurales; en sus últimos años: La educación normal y la
formación de maestros rurales que México necesita (1954).
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